Imprinting

 Ana Irene Ricalde

¿Beneficio o Desventaja?

La palabra “imprinting” resulta cada vez más familiar para aquellas personas que se encuentran entre caballos, especialmente entre ranchos de crianza. Para aquellos que no habían escuchado este término anteriormente, “imprinting” se le llama al proceso de “dejar huella” en un potro recién nacido, tocándolo y acariciándolo especialmente en las zonas mas sensibles como las orejas y las patas, con el fin de sensibilizarlos para un futuro. Este proceso debe realizarse entre las primeras 24 a 48 horas del nacimiento del potro, etapa más receptiva de animal, como algunos autores afirman, y no debe intervenir entre la relación yegua-potro.

El proceso de “imprinting” se lleva a cabo con la intención de que el caballo se sensibilice y tolere con mas facilidad el mundo que el ser humano le ha impuesto, así como de beneficiar la relación humano-caballo cuando el potro madure. Se cree que el proceso de “imprinting” puede tener profundos efectos de confianza y respeto entre dueño y potro.

Uno de los principales precursores de este proceso es el doctor Robert Miller, un veterinario de California, quien ha desarrollado todo un proceso para llevar a cabo el “imprinting”. Sus principales objetivos incluyen formar un vínculo con el ser humano; desensibilización y sensibilización ante diferentes tipos de estímulos; sumisión ante el ser humano. Miller afirma que al seguir estos pasos, el proceso de entrenamiento del potro en un futuro será mucho más fluido y sencillo, aunque esto no significa que el potro no tendrá que aprender a dejarse guiar por el ser humano, ni que el ser humano tenga que dejar de comportarse como un líder.

Los pasos que el doctor Miller sugiere son:

  • Timing: el proceso debe realizarse dentro de la primera hora del nacimiento del potro. Será demasiado tarde esperar, incluso, unas horas. Si no se hace al nacimiento del potro, el proceso no tendrá el mismo efecto.
  • Persistencia: Mantenerse en el proceso de desensibilización hasta que sea aceptado por el potro. En caso de abandonar el proceso porque el potro no lo acepta puede causar efectos negativos, como una mayor sensibilidad. Hay que buscar la aceptación del estímulo presentado antes de seguir al siguiente paso.
  • Lazo/Sumisión: Se aparta a la yegua mientras la persona empieza a agarrar al potro desde la espalda hacia el posterior, para evitar que se pare. Se empieza a tocarlo y a pasarle una toalla seca, mientras el potro empieza a conocer a la persona, estableciéndose así un lazo de dominancia por parte de la persona.
  • Desensibilización: Se empieza con la toalla seca. Se empieza pasándola por la cabeza y las orejas. También se introduce los dedos delicadamente dentro de la boca, nariz y las orejas. Se pasa luego al cuerpo y a las patas. Al principio el potro se va a tensar, a resistir y a mover mucho, pero hay que continuar hasta lograr la falta de reacción e inclusive la relajación, al punto de tocar al potro en cualquier lugar sin reacción alguna. Hay que tener cuidado de no desensibilizar el área de los costados, es decir, donde se pone la pierna, espuela o acicate, con el fin de mover al caballo hacia adelante. Luego se baja hacia las patas, hasta el punto de poder tocar todo el casco. Es importante introducir y manipular cada parte del cuerpo y cada orificio, ya que esto será importante inclusive para los análisis rectales en un futuro. Esto se puede realizar con un guante de plástico con un poco de aceite. Se debe realizar todo este proceso hasta que el potro lo acepte relajadamente.
  • Tiempo: Aproximadamente dura 1 hora, aunque puede durar mas, es importante persistir hasta la total aceptación y relajación del potro.
  • Resultados: Miller afirma que se tendrá un potro cooperador y gustoso de la compañía humana, a la vez que respetuoso y sumiso. Afirma que este proceso tiene un impacto de por vida.

Inclusive hay personas que realizan el “imprinting” con tijeras y utensilios dentro de remolques para facilitar todos estos procesos de manejo y aprendizaje en el futuro del caballo. Una de las razones para realizar este proceso es que muchos de los accidentes suceden porque los caballos tienen miedo de muchas cosas, al quitarle el miedo desde recién nacidos se evitan muchos accidentes y lesiones.

Este proceso puede durar varios días con efecto, si es que fue realizado durante las primeras 24 a 48 horas del potro.

Existen también personas que advierten que el realizar este proceso, puede traer consecuencias negativas si no es bien realizado. Se han encontrado datos de potros con los que se ha realizado el proceso de “imprinting” con conductas agresivas. El proceso puede llegar a causar más conductas negativas si no es realizado adecuadamente. El caballo puede aprender que el ser humano no es una amenaza, pero también se corre el riesgo de que el caballo vea al humano como un igual y adopte conductas de juego con él (patear, morder, correr) que pueden ser inadecuadas. Inclusive se ha escuchado decir que los caballos con un mal proceso de “imprinting” son imposibles de entrenar.

Por otro lado, existe una tendencia que afirma que al pasar por el “imprinting”, el caballo llega a estar tan desensibilizado, que parece haber sido desensibilizado de la vida, es decir, demasiado sumisos, sin mecanismos de defensa importantes como el reflejo de la huída (utilizado para dar cuerda, para que el caballo vaya hacia adelante, para los caballos de carrera, etcétera), afirman que durante este proceso, ha habido una “intervención” en la naturaleza del caballo.

También hay gente que afirma no encontrar muchas diferencias en los caballos a los que se les ha aplicado el “imprinting”. En un estudio realizado en la Universidad de Washington, se le aplicó el proceso a seis potros, y a otros seis potros no. Después de la separación de la yegua madre, se observó a los 12 potros y no mostraban diferencia alguna en comportamiento. Se invitó a un experto en el proceso, y no supo diferenciar cuales potros habían pasado por el “imprinting”. De hecho hay autores que afirman que el periodo de mayor recepción del potro es al momento de separarlo de la madre, cuando el humano se convierte en el reemplazo de compañía.

El proceso de “imprinting” puede traer muchos beneficios a la relación hombre-caballo, si es realizado adecuadamente. Cualquiera que sea nuestra posición, debemos recordar que el proceso no es un reemplazo del manejo y entrenamiento que todo potro requiere. Con profesionalismo y moderación puede ser una ventana abierta al mejor entrenamiento y manejo. Antes de realizar un proceso así, consulta a un veterinario que sepa acerca de, y ¡disfruta a tu nuevo potro!

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