Marcela Ganly, escultura de caballos

cultura

Nací en Costa Rica el 8 de septiembre de 1970, luego viví en Suiza hasta los 2 años mientras mi padre realizaba un master en administración de empresas. Cuando volvimos a la argentina, vivimos en Don Torcuato. Todavía tenía casi todas las calles de tierra y compartía con mi mejor amiga, Patricia, una petisa colorada llamada India. Nos turnábamos para cuidarla, una semana cada una. La sacábamos a la mañana al baldío y la atábamos con una cadena larga.

Cuando volvíamos del colegio la ensillábamos con un cojinillo y nos íbamos a recorrer las calles de Don Torcuato. Nos enseño a montar. Mamá, también amante de los caballos y formadora de caballos de adiestramiento y salto, nos ponía vallas en el baldío para saltar y así pasábamos las tardes y fines de semana. Siempre trepadas a la petisa. Los sábados a la mañana íbamos a caballo al taller de arte donde disfrutaba meter las manos en la arcilla durante 2 horas y realizaba mis obras de niña.

En la primaria y secundaria siempre disfrutaba de mis clases de arte, pintura y dibujo principalmente. Cuando me recibí de la secundaria en el 88 quería seguir veterinaria pero la facultad se encontraba de paro. Mis padres me dieron la opción de ir a USA durante 6 meses para practicar mi inglés y  me quedé 6 años. Ingresé a la universidad y estudié bioquímica como carrera principal (contiene todas las materias que uno requiere para ingresar luego a la facultad de veterinaria o medicina) y bellas artes como carrera secundaria (uno cursa algunas materias….yo cursé dibujo, acuarela, pastel, y varias clases de escultura, entre ellas fundición a la cera perdida. Me encantó la técnica pero no volví a tocar la cera hasta 6 años después cuando estaba en la facultad de medicina acá en Buenos Aires.

Cuando me recibí de la universidad en USA, me tomé un año para decidir si iba a estudiar medicina o veterinaria, ya que durante la universidad cursé una materia llamada “introducción a la medicina del deporte”. Me mudé a Colorado donde hice un curso en emergencias medicas y trabajaba de voluntaria en la unidad de cuidados intensivos en el hospital general de Denver. Trabajaba de mecánica de bicicletas y moza. Al año, antes de rendir el examen para entrar a la facultad de medicina, me volví a Buenos Aires de vacaciones. Me dio el presentimiento que si me volvía a EU para estudiar medicina, no volvía más a la Argentina y me quedé.

Estudié medicina en la Facultad de Favaloro y luego hice la residencia en oftalmología. Durante mi 4º año de medicina tuve la necesidad de volver a empezar con el arte y me contacté con Antonio Pujia. Fue fantástico. Él como persona es increíble, y como artista….ni hablar. Lo admiro muchísimo. Me inspiró y me motivó con mis esculturas y desde entonces que no paro. Es mi tiempo de relajación y contacto con la naturaleza que ayuda a mantener el equilibrio con mi lado científico y médico. Es mi tiempo de silencio e introspección.

Esculpir caballos su vida

Mi mamá es fanática y mi abuela también. Mi tía representó a Perú en las olimpiadas de los Ángeles en adiestramiento y ahora es jueza internacional de adiestramiento. No recuerdo cuando fue la primera vez que me subieron a un caballo. Siempre formaron parte de mi vida y están en todos mis recuerdos. Mis padres me regalaron a Flicka cuando tenía 13 años. Con Flicka comencé a tomar clases de equitación y salto y mamá me ayudaba a entrenarla. Competimos hasta que cumplí los 18 y me fui a EU. Ahora tiene 25 años y vive en el campo de mis padres en Uruguay. A Flicka sólo le falta hablar. Tiene muchísima personalidad y es la única en que confió para que monten chicos y la disfruten sin tener miedo de estar arriba de un caballo. Todos quedan encantados con Flicka. Uno puede ir a buscarla al fondo del potrero y traerla al galope sin bozal ni cabezal. Esa sensación es fantástica.

Son vida pura. Súper sensibles pero llenos de fuerza y expresividad (eso es lo que trato de transmitir)…sus movimientos, potencia y expresión. Lo que me encanta del caballo es que cuando uno trabaja con ellos tiene que dejar de lado sus dudas y aceptar a uno mismo como es. Son muy perceptibles y miran con desconfianza a una persona muy acelerada o agresiva. Uno no puede trabajar bien con ellos, o esperar lograr resultados positivos en su entrenamiento, si uno no esta tranquilo o apurado. El caballo es un animal noble con el que se puede formar una unión muy profunda y que a pesar de haber sido tratados mal siempre saben perdonar…pero nunca se olvidan.

Cuando trabajo con caballos siento una alegría difícil de describir. Cuando los miro y estoy con ellos me dan mucha paz interior…lo cual también  trato de reflejar en mis obras.

Son obras que transmiten mis vivencias con los caballos. Trato de imprimirles el espíritu y carácter que me han demostrado y enseñado a lo largo de los años.

Caballos de bronce

Es un material noble que a través de la fundición permite obtener una copia fiel de la cera, un material plástico que calca hasta mis huellas digitales. Es un material que dura toda la vida.

La cera es una mezcla de cera virgen de abeja, resina y parafina. Se hecha la cera caliente sobre una superficie fría (vidrio o mármol) y luego lo corto en  tiras de cera listas para usar. Lo único que tengo que hacer es calentarlas sobre un calentador y tenerla en la mano para que conserve sus propiedades elásticas mientras voy creando la escultura. Tengo dos tipos de modelos de caballos. Una es una versión mas realista y otra mas figurativa. La diferencia es que la primera, al ser un caballo completo, debe ser hueco y por ende lleva una base de telgopor que tallo previamente que se aproxima lo mas posible a la escultura final, ya que la cera debe tener un espesor ideal de unos 5 mm. Si es mas fino, uno corre el riesgo que no corra el bronce en ese sector durante la fundición y si es mas grueso, que se “rechupe” el bronce cuando se enfría y deje picaduras. Una vez realizada la escultura en cera, el modelo se lleva a la fundición y aquí comienza un largo y delicado proceso de convertir esa pieza realizada en cera a bronce.

El caballo siempre fue un sujeto muy popular para las esculturas tanto por su expresividad como por la constancia que siempre tuvo a través de la historia. En la Argentina hay varios artistas que son amantes de los caballos. ¿Qué me diferencia de ellos? Algunos escultores no trabajan en cera directa, es decir, crean la pieza original con arcilla u otro material, y después para fundir deben realizar un molde para luego volcar la cera y después fundirla. También hay distintas maneras de trabajar la cera. Al haber distintas proporciones en las que se puede mezclar la cera, uno puede obtener una cera más blanda o más dura. Se puede crear una superficie más lisa o con más textura. A mí me gusta que mis esculturas tengan textura, que se “vean” los pedacitos de cera con huellas digitales.  Generalmente uso solo mis manos y de vez en cuando alguna herramienta, que me dio mi odontóloga, para crear algún detalle muy pequeño o alguna textura especial. Es una técnica muy parecida a la de mi maestro, Antonio Pujia. Trato de conservar la “esencia y expresividad” que le da la cera a la escultura cuando se la modela con la mano. Voy cortando pedacitos de la cera tibia (que mantengo en mi mano para que conserve el calor), le hago una pelotita con los dedos y la aplico o la estiro sobre la escultura. Hay otros que aplican la cera sobre la escultura y la modelan con una herramienta caliente y hay otros escultores que aplican una cera mas blanda para luego pasarle un paño suave con kerosene para borrar la textura de la superficie y de esta manera quede bien lisa.

También hay que diferenciar muy bien las distintas razas de los caballos. No son todos iguales. Las cualidades que se buscan y destacan a cada caballo son muy importantes. Para esto realizo una investigación minuciosa si debo crear una escultura de una raza en particular, sea un árabe, cuarto de milla, pura sangre, polo, etc.

Mi lado artístico es mi lado expresivo, mi lado creativo, de “desenchufe”. Realmente no me considero una “artista”. No tengo mucha base ni constancia artística y lo que creo me sale de adentro, como instintivo. Obviamente cuanto mas tiempo tenga para dedicarme al arte, me toma menos tiempo terminar la obra ya que no pierdo el “feeling” con la cera y mis periodos de trabajo son mas largos sin perder la inspiración. Es bastante difícil terminar una obra si hay muchas interrupciones en el medio…cosa que me pasaba cuando estaba ejerciendo la medicina. Me tardaba mas tiempo terminar una escultura, por Ej. 1 mes, cosa que ahora me tarda 3 días.

Para lograr una hermosa escultura se necesita…

Primero se le abre en la panza del caballo un agujero y se vacía la pieza si tenía telgopor como armazón (con acetona). Entonces la pieza queda vacía y hay que verificar que el espesor sea más o menos constante. Luego se le colocan las “coladas”, una serie de barras de telgopor que durante la fundición actúan como respiraderos y reservorios de bronce, que se encuentran unidas a un vasito que queda al aire cuando se cubre y se realiza el molde, una mezcla de yeso refractario con polvo de ladrillo que resiste altas temperaturas. Este molde se coloca, con la boca del vasito hacia abajo dentro de un horno a 600 ºC durante un día entero. Esto hace que se quemen las barritas de telgopor, la cera se derrita (de ahí el termino “a la cera perdida”) y quede un espacio vacío, el “negativo” de la escultura original.

Se sacan los moldes del horno y se colocan con un orden específico según el tamaño y complejidad de la obra sobre el piso con la boca donde estaba el vaso hacia arriba. El bronce fundido, cuando llega a una determinada temperatura, se vuelca dentro de cada molde y pasa a ocupar todos los espacios que quedaron vacíos al derretirse la cera. A medida que pasa el tiempo…segundos…se va enfriando, cosa que hay que tener en cuenta cuando se funde cada pieza (por eso es que se colocan con un orden especifico).

Una vez fundido, se deja enfriar y para sacar el bronce hay que romper el molde. Por eso es que se habla de una pieza original a la cera perdida. Una vez que se funde no se puede repetir a menos que se le haga un molde a la pieza original.

Ahora…cuando se le saca el molde sale una pieza en bruto…Hay que cortarle las coladas, los palitos que se le habían colocado al principio, y luego comienza el largo proceso de cincelado ya que la pieza sale llena de picaduras, pelotitas, y rebabas. Yo termino mis propias piezas (no todos los artistas que funden lo hacen) ya que solo yo se donde estaban los detalles. Uso un torno para lo más grueso y cinceles para terminar. Luego se pule y se le aplica la patina que es el color. Este se aplica con soplete y distintos ácidos según el color que uno quiera adquirir.

Por eso es que la fundición es cara…hay muchos pasos y cada paso es realizado por un especialista. Cada escultura tiene muchas horas “hombre”. Es un proceso largo y complicado.

Si requiere de más información sobre el trabajo de Marcela Ganly puede escribirle a su página de Internret  www.ganly.net

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