Mujer y caballo: amazona que libera

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Marcos Daniel Aguilar

Entro al portal de internet de la pintora mexicana Carla Elena Neme y resaltan dos elementos; primero, imágenes de briosos caballos relinchando de colores, trotando en caminos de pinturas que nunca acaban; segundo, una frase que enmarca la forma en que esta pintora realiza su actividad artística: “No pinto lo que veo, pinto lo que soy”.

Carla Elena ha forjado una serie de cuadros que enmarcó en una exposición titulada A caballo, de la línea a la abstracción, y en ella el espectador puede observar dos figuras que se funden y confunden: las formas del equino y las de la mujer. Por ello la artista afirma que pinta lo que es, no lo que ve, pues sus piezas son sólo representaciones de su vista interior, de su esencia femenina y del símbolo que la ha cautivado por varios años: el caballo.

La artista platicó con Mundo Equino no hace mucho tiempo. Durante esta charla me comentó que la unión entre el caballo y la pintura ocurrió en dos momentos de su vida. Hace años practicó la equitación, nada profesional, como mero entretenimiento, pero gracias a esto, las fuerzas del caballo se pegaron en su conciencia como herraduras.

El segundo hecho fue su formación como pintora. Graduada de la Escuela Superior de Diseño, con otros diplomados y talleres, Carla Elena se interesó por vanguardias artísticas que surgieron en el siglo XX, como el expresionismo alemán, corriente que quería darle la vuelta al impresionismo y a la pintura que reflejaba la realidad tal cual es, para comenzar a plasmar en los lienzos paisajes y viajes interiores, recorridos íntimos, subjetivos y muy personales de cada maestro del pincel; pinturas que tenían poco o nada qué ver con la realidad.

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En esta dinámica de exploración, Carla Elena desarrolló, en su primera etapa como creadora, técnicas que se encaminaron hacia la abstracción, hacia una técnica muy libre en donde los trazos en ocasiones son impulsivos, intuitivos e imprevistos. Esta pintura trata de manifestar las emociones más profundas del ser humano. Así, con el trazo suelto y las emociones libres para expresarse, la maestra Carla Elena se introdujo poco a poco en la técnica figurativa e hiperrealista, en donde los contornos de las figuras de la realidad están bien definidas.

Con el conocimiento de estos dos extremos surge el estilo pictórico -la voz poética se diría en la literatura- de Carla Elena. La artista comentó que la abstracción para ella es la liberación de lo emocional, el punto exacto en que el individuo se despoja de su parte racional, de la reflexión. Gracias a la abstracción, dice, el contorno de las formas se difumina y es ahí cuando “pinto lo que soy”.

Para esta artista, la mujer y el equino son símbolos que no se separan, representa al caballo y al ente femenino en su forma natural: sin ataduras y desnudos. Cuenta que antes los pintaba unidos, confundidos en una sola forma, en donde el espectador podía ver una mujer o bien a la apacible bestia. Aún en su galería virtual y en sus exposiciones se puede ver esta fusión emotiva.

Carla Elena se imagina al caballo como una travesía interior a galope que recorre sus entrañas, sus ideas y sentimientos. Para la artista, el cuadrúpedo se ha instalado en la caballeriza de su inconciente, pues para ella este animal refleja todas las emociones humanas, los sentimientos negativos y también los positivos del hombre. Y es aquí cuando uno entiende cómo a través del arte abstracto se puede pintar, de la mejor manera, la esencia no sólo del humano, sino del caballo, ya que el trazo abierto hasta el infinito manifiesta a la perfección el coraje, la energía y la enorme bondad de este ser que es capaz de trotar, luchar y galopar con otro ser en su lomo.

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Carla Elena aseguró que conoce sus límites, hasta dónde puede llegar en la vida, y es por ello que a través del arte rompe y vuelve a delimitarlos, pues “el caballo es eso, el caballo libera”, afirma. En sus cuadros, de tonos ocres, al óleo sobre tela, se observan bestias bañadas de ternura y energía a la vez; los equinos tienen ojos femeninos y crines que se confunden con la rabiosa caballera de una mujer. U ocurre el proceso contrario, ya que en otras piezas de Carla Elena se puede ver a una amazona, un tanto feliz, despreocupada, con el cabello desplegado al aire y en el fondo, casi imperceptible, se asoma la figura del amigo fiel, ese que relincha.

¿Qué dicen los contornos casi nulos de esos caballos de Carla Elena Neme? Son líneas femeninas que develan misteriosamente una forma distinta de humanidad por medio de la bestia. La maestra del pincel, quien recientemente expuso en el Museo José Luis Cuevas en la Ciudad de México, dijo que ha trabajado en estos temas desde hace 15 años y que seguirá trabajándolos, ya que aún tienen mucho que dar.

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A lo largo de su carrera, Carla Elena ha montado 30 exposiciones individuales y 45 colectivas en países como Argentina, Francia, Inglaterra y México. Su obra forma parte de acervos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y de la Fundación Jumex.

Estudió durante cuatro años la experimentación artística y tomó un curso de arte abstracto. También estudió filosofía y psicoanálisis con Gabriela Kelisek y un taller de grabado con Teresa Olabuenaga.

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