Jarabe Tapatío

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Por: Oralia G. de Cerón

Investigadora de la Federación Mexicana de Charrería Miembro de la Asociación Mexicana de Investigación Textil

«Que bonito es bailar el jarabe,

con rebozo y sombrero jarano

con vestido de china y de charro y un sarape color moreliano».

«Que bonito es el Jarabe

Que bonito es ese charro

Que bonita es esa china

Que bonito todos a bailar».

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El Mustang

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Cecilia Vignau Ruíz

El continente americano es considerado la cuna del caballo aunque, por razones desconocidas, estos animales se extinguieron en estas tierras hace aproximadamente 10 mil años. Las regiones de Siberia y Alaska se encontraban unidas hace miles de años en lo que ahora se conoce como el estrecho de Bering, a través del cual muchos animales, entre ellos caballos, transitaban libremente lo mismo que algunos cazadores asiáticos, antepasados de los indios americanos. Esta angosta porción de tierra se encuentra ahora sumergida en el océano y el paso a través de ella es casi imposible.

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Caballo de pura raza española

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Javier Villard

www.horsespre.com

El Caballo Español atraviesa por uno de los mejores momentos de su historia cuya trayectoria ascendente asegura de forma contundente el futuro de quien los cría o los monta y, todo ello, por muchos y variados motivos: es bello por naturaleza, noble, orgulloso, fácil en su manejo, inteligente, versátil y, ahora, funcional y cada vez más deportista. Habría que añadir, además, que su equilibrio natural, temperamento, disposición para el trabajo y fuerza son la clave para explicar que el Caballo de Pura Raza Española sea único en el mundo.

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Riendas, bridas y frenos en plata

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Vanessa Palma Guerrero

Con apenas 35 años de edad, Patricio Digilio produce artesanalmente riendas, bridas y frenos entre otros accesorios, hechos en plata. Sus trabajos artesanales los inició como aprendiz de sogas -realizadas con cuero crudo-. Este arte lo aprendió de Juan Iturreria, quien por esos años estaba radicado en Pergamino, Pica de Buenos Aires. Digilio fue la última persona a quien Don Juan enseñó su oficio.

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El Caballo Charro

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http://www.caballo.tv

El inseparable amigo y compañero del charro: su caballo, llegó a estas benditas tierras de América, traído desde España por Hernán Cortés. Los primeros 16 equinos (11 caballos, cinco yeguas, más un potro que nació en el navío) eran de origen arábigo y desembarcaron el año de 1519 a las orillas del río Grijalva. Su recuerdo se plasmó en los fierros quemadores que se guardan en el Lienzo de Tlaxcala y que recuerdan a aquellos primeros equinos que pisaron tierra azteca.

El caballo, que era un animal desconocido para los indios que habitaban estas tierras, causó gran impresión y miedo entre la población indígena e incluso entre la clase guerrera que combatió contra los soldados de Cortés. El estallido de la bombarda (arma de fuego medieval) y el relincho de un caballo significaban casi la derrota para los indios, quienes llegaron a pensar que jinete y caballo conformaban un sólo ser.

Pasadas las etapas bélicas, el caballo se reprodujo rápida y abundantemente, junto con el ganado vacuno y el ganado menor en los ricos agostaderos del inmenso territorio nacional y resultó indispensable para los hombres de campo de aquellas épocas. Aunque en un principio los españoles peninsulares y los ricos hacendados criollos eran los únicos que podían montar un caballo, el incremento del ganado originó que se incorporaran primero los mestizos y luego los indios, a las faenas campiranas montando caballos.

El resultado fue un jinete superior al español -en habilidad y destreza- para el trabajo con las bestias cerriles, que al tiempo que modificó atuendos, implementos y faenas ecuestres, empezó a desarrollar su propio estilo de doma y educación para los caballos que tenía necesidad de montar, naciendo así lo que ahora se conoce como: Rienda Charra.

El prototipo del caballo charro, como bien lo define Don Carlos Rincón Gallardo es uno fuerte, ancho, chaparrón, de mediana alzada (1.45 metros de la cruz al suelo, es el mejor), musculoso, ligero y de mucho hueso. Quien ha visto los bonitos cuadros campiranos pintados por don Ernesto Icaza identificará de inmediato este prototipo.

Respecto a su carácter, los mejores caballos para charrear son aquellos conocidos como de brío escondido o de brío buscado (que son nerviosos y se llegan a alborotar, pero con el trabajo se aquietan), de mucha ley y clase, que tienen gran resistencia, manteniéndose firme desde el principio hasta el final de la jornada; que sean quietos y serenos para faenas como: pealar y manganear, con mostrada disposición para colear y que no se asusten trabajando con el ganado vacuno.

Existen diversas formas sobre la manera de arrendar (educar) un caballo al estilo charro y he observado que cada arrendador tiene sus propios métodos. Debemos evitar el castigo innecesario o hacerle obedecer por miedo al jinete; el animal tendrá mayor disposición a ejecutar determinada faena cuando la ha aprendido con paciencia y por las buenas, a diferencia de cuando lo hace movido por miedo a ser castigado.

La educación que se lleva a cabo con tiempo suficiente, es más duradera que la que se logra en menor tiempo y rápido; resulta que se da el caso de que algún jinete pretende enseñar a un caballo de silla a colear en un término de 30 o 40 días y al final de ese tiempo demuestra las habilidades que el animal ha aprendido; esa educación en la mayoría de los casos no será duradera y mucho menos si el animal la ha adquirido basada en castigos, como suele suceder.

Hay que enseñar al caballo con premios y cariños cuando hace bien las cosas. Toma no menos de un año arrendar un caballo que se ha de montar, pues los cimientos de su educación deben ser lo más fuerte posibles para luego destinarlo a las faenas para las cuales haya demostrado mayor disposición. Cierto es que, como los seres humanos, los caballos gustan de unas actividades más que de otras y lo reflejan en la disposición que tienen para realizarlas. Es bien sabido por los charros que hay caballos que resultan coleadores casi por naturaleza, otros más muestran una marcada disposición para las faenas con la reata y supremo será aquel caballo en el que se ejecuten todas las faenas, sin el menor indicio de que el animal se resiste a realizar cualquiera de ellas.

He notado que en la mayoría de los casos, los caballos muestran indisposición al trabajo y a charrear debido a que han sido castigados sin necesidad. Es posible lograr con paciencia, perseverancia, práctica, ingenio y sentido común que un caballo aprenda casi cualquier cosa.

El charro desarrolló la educación de su caballo de acuerdo a sus necesidades y considera defectos muchas acciones y procedimientos que en otras disciplinas ni siquiera se toman en cuenta, como  ejemplo, el charro desdeña entre otras cosas:

  • Que el caballo trote y llama a este paso: “paso de cura”, “de mondinga” o “de vámonos comadrita”. En general todas las marchas llamadas de andadura son consideradas como defectuosas o imperfectas.
  • El hecho de que el caballo ande con la cola levantada.
  • El mover la cola exageradamente, a lo que le llama rabear.
  • Si mueve hacia arriba y hacia abajo la cabeza o hacia ambos lados en forma desesperada y mostrando inquietud. A lo primero le llama gorbetear y a lo segundo cachetear.
  • Que ande el caballo con la cabeza muy levantada, como mirando a las estrellas, a lo que llama estrellar o despapar.
  • Abrir el hocico continuamente, que saque la lengua o que muerda el freno.
  • Camine o galope con la cabeza volteando hacia cualquier lado, a lo que le llama enjetarse.
  • Que el caballo recoja el cuello, como acercando el hocico al pecho (encapotarse).
  • Se levante de manos por enojo; no así si es porque el jinete se lo ordena.
  • Frenar su carrera, realizándolo sobre las manos y no sobre las patas.
  • Que sea pajarero (asustadizo por cualquier cosa).

Son estos algunos de los defectos, que ningún charro desearía en su cabalgadura y no sin razón, pues créame amigo lector cuando le digo que si de trabajar con ganado o charrear se trata, no hay nada más incómodo. Y hasta llega a entorpecerse la labor, si la cabalgadura presenta uno o más defectos de los mencionados. Tal vez en una cabalgata de entretenimiento por el campo no resulten estos defectos de tanta importancia como charreando o trabajando.

Los charros son partidarios de caballos que saben lo que hacen:

  • Si colean, que estén muy atentos al cornudo y se peguen bien a él, sin adelantarse ni atrasarse y que jalen muy fuerte para estirar; si lazan, que estén bien quietecitos y se muevan sólo cuando el jinete se los mande, ya sea para voltear al lado que se requiera o para cabrestear (seguir) al animal lazado, o bien, para jalarlo cuando se lo tiene lazado.
  • También resulta deseable que todo caballo charro tenga habilidades para efectuar los movimientos llamados lados y medios lados, tan característicos de La Cala de Caballo, que ande hacia atrás con naturalidad.
  • Un caballo charro debe aprender a saltar obstáculos naturales como: arbustos, zanjas y aún riachuelos y pequeñas barrancas de esas por las que no se puede pasar, sino es con un salto de caballo y saltar trancas de hasta 1.20 metros de altura.
  • Quedarse quietos en el sitio que se les dejó, con la montura puesta, aún sin haber sido apersogados.
  • Habituarlos a las detonaciones de las armas de fuego y hasta que se echen para servir de parapeto cuando se tira.
  • A abajarse, o lo que entre charros se llama alagartarse y que no es, más que abrirse de sus extremidades a lo largo con el fin de facilitar que se les monte.
  • Manotear para llamar a las puertas o levantar algún animal que no quiere levantarse.
  • Seguir al jinete cuando éste le llama.

Y así tantas otras cosas más que pueden aprender los caballos, salvo no sean las consideradas por los charros como defectos. Y aquí al respecto vienen bien los siguientes dichos charros:

  • Sólo el sobrepaso es paso, lo demás todo es mondinga.
  • Caballo que rabea, ningún charro lo desea.
  • Más vale paso que dure y no trote que canse.

Se ha determinado que el caballo ideal para la charrería es el cuarto de milla. Muchos charros buscan un caballo de esta raza o en su defecto, algún potro que sea descendiente directo de padre o madre cuarto de milla, y si es de ambos, mejor. Esto es común en ciudades donde la actividad ecuestre cuenta con los suficientes recursos para ello, y aún en regiones ganaderas donde prácticamente no se carece de buenos genitores y buenas yeguas. En otros lugares se ve trabajar al llamado caballo tipo mexicano, caballo mestizo que suele cumplir con el prototipo del caballo charro.

Para elegir un caballo que sea compañero de charreada, no es bueno dejarse llevar por la bella estampa del animal, ni mucho menos por su color (cosa que llega a suceder); aunque tampoco es bueno dejarse llevar únicamente por sus aptitudes y capacidades, sobre todo si son a primera vista y no se le conocen mañas y defectos, entre los que se  pueden encontrar: azotarse, reparar (levantarse de manos por enojo), pajarear (ser asustadizo), armarse (quedarse inmóvil por cansancio o enojo) y otras que no siempre se advierten al principio.

En la charrería deportiva, La Cala del Caballo es la faena que consiste en demostrar la buena rienda y educación del caballo charro; es la primera faena de una charreada y en ella se muestran diversas características del animal, entre otras: la andadura, obediencia, mansedumbre, galope, postura de cabeza y cola, brío, etcétera.

Para acreditar completamente que un caballo es charro, habría que aumentar a La Cala, la demostración de disposición que tiene el caballo a ejecutar, tanto las faenas que se realizan con la reata, como las que se realizan sin ella; pues en estos días se ven en las charreadas caballos que calan con perfección, pero en ningún momento demuestran su disposición para colear o lazar.

Incluso hay caballos a los que se destina exclusivamente para calarse en una charreada, sin que ejecuten ninguna otra faena y no se les da la oportunidad de demostrar si realmente son caballos hechos a la auténtica Rienda Charra.

Sin duda, es mejor un caballo que sea bueno para colear y desempeñar faenas con la reata aunque no cale a la perfección, que un caballo  que sea excelente calador, pero que no se preste para faenas con la reata o para colear.

Al igual que en otras disciplinas del mundo, en la charrería existen diferentes nombres para hacer mención a tal o cual caballo, algunos de ellos son:

  • Alfana: yegua de grandes fuerzas.
  • Bridón: caballo brioso y arrogante.
  • Caballón: caballo grande y feo.
  • Cuaco: caballo charro.
  • Cuatatán: caballo de silla y de trabajo.
  • Chalate: caballo despreciable.
  • Charchina: caballejo.
  • Garrapato: caballo inútil.
  • Jaca: caballo cuya alzada no llega a siete cuartas.
  • Jamelgo: caballo flaco y desgarbado.
  • Matalote: caballo flojo, sin brío.
  • Penco: caballo sin brío.

Así pues, para preciarse de andar en lomos de un auténtico cuaco, éste deberá poseer el máximo de características tanto físicas, como de carácter y de rienda que a lo largo del tiempo han adquirido los caballos en manos de los verdaderos charros.

Las sillas de montar

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La silla de montar inició hace muchos años como una manta o piel amarrada a los lomos del caballo, los griegos y los romanos realizaron sus conquistas con esta monta. Existe noticia de un edicto del Emperador Teodosio del año 350 antes de Cristo, en el cuál menciona que los correos debían llevar sillas, y que estas no debían de exceder los 27 kilogramos de peso. Así pues, no eran ligeras.

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